Hola que tal mis queridos hermanos y amigos del blog del estudiante que grato es saludarlos y animarlos en nuestro propósito que juntos hemos propuesto y es la lectura y estudio de un libro profético llamado Jeremías.
En todos estos días hemos avanzado y leído con entusiasmo la palabra de Dios, hemos aprendido a quien les profetiza Jeremías, como es el comportamiento del pueblo de Judá, que anuncia el profeta, que hará Dios con su pueblo, quien invadirá a Judá y como quedará la ciudad si no se arrepiente de sus pecados.
Quiero recordarte que Jeremías es un profeta llamado por Dios para llevar un mensaje al pueblo de Judá y a sus reyes, él desarrolló su ministerio en el gobierno de los últimos cinco reyes que estuvo ésta nación, esos reyes fueron (Josías, Joacaz, Joacim, Joaquín y Sedequías), Él profeta vivió profetizando al pueblo y a sus reyes por un período de cuarenta años, el mensaje que llevaba era de arrepentimiento e invitando al pueblo que volviera a Dios, también el pueblo era advertido que si no se arrepentían de sus pecados serían llevado cautivos a otra nación llamada Babilonia, el pueblo y los reyes no ha querido escuchar la voz de Dios, y ha querido conspirar con la vida del profeta.
Hoy leeremos un capitulo donde Dios advierte a los reyes de Judá sobre el juicio que ha de venir a su pueblo por no obedecer sus palabras, se anuncia ya el regreso de un remanente y la señal de los higos buenos y malos.
JEREMÍAS VEINTIDOS
Profecías contra los reyes de Judá
1 Así dijo Jehová: Desciende a la casa del
rey de Judá, y habla allí esta palabra,
2 y di: Oye palabra de Jehová, oh rey
de Judá que estás sentado sobre el trono de David, tú, y tus siervos, y tu
pueblo que entra por estas puertas.
3 Así ha dicho Jehová: Haced juicio y
justicia, y librad al oprimido de mano del opresor, y no engañéis ni robéis al
extranjero, ni al huérfano ni a la viuda, ni derraméis sangre inocente en este
lugar.
4 Porque si efectivamente obedeciereis esta palabra, los reyes que en
lugar de David se sientan sobre su trono, entrarán montados en carros y en
caballos por las puertas de esta casa; ellos, y sus criados y su pueblo.
5 Mas
si no oyereis estas palabras, por mí mismo he jurado, dice Jehová, que esta
casa será desierta.
6 Porque así ha dicho Jehová acerca de la
casa del rey de Judá: Como Galaad eres tú para mí, y como la cima del Líbano;
sin embargo, te convertiré en soledad, y como ciudades deshabitadas.
7
Prepararé contra ti destruidores, cada uno con sus armas, y cortarán tus cedros
escogidos y los echarán en el fuego.
8 Y muchas gentes pasarán junto a esta
ciudad, y dirán cada uno a su compañero: ¿Por qué hizo así Jehová con esta gran
ciudad?
9 Y se les responderá: Porque dejaron el pacto de Jehová su Dios, y
adoraron dioses ajenos y les sirvieron.
10 No lloréis al muerto, ni de él os
condoláis; llorad amargamente por el que se va, porque no volverá jamás, ni
verá la tierra donde nació.
11 Porque así ha dicho Jehová acerca de
Salum hijo de Josías, rey de Judá, el cual reinó en lugar de Josías su padre, y
que salió de este lugar: No volverá más aquí,
12 sino que morirá en el lugar
adonde lo llevaron cautivo, y no verá más esta tierra.
13 ¡Ay del que edifica su casa sin
justicia, y sus salas sin equidad, sirviéndose de su prójimo de balde, y no
dándole el salario de su trabajo!
14 Que dice: Edificaré para mí casa
espaciosa, y salas airosas; y le abre ventanas, y la cubre de cedro, y la pinta
de bermellón.
15 ¿Reinarás, porque te rodeas de cedro? ¿No comió y bebió tu
padre, e hizo juicio y justicia, y entonces le fue bien?
16 El juzgó la causa
del afligido y del menesteroso, y entonces estuvo bien. ¿No es esto conocerme a
mí? dice Jehová.
17 Mas tus ojos y tu corazón no son sino para tu avaricia, y
para derramar sangre inocente, y para opresión y para hacer agravio.
18 Por
tanto, así ha dicho Jehová acerca de Joacim hijo de Josías, rey de Judá: No lo
llorarán, diciendo: ¡Ay, hermano mío! y ¡Ay, hermana! ni lo lamentarán,
diciendo: ¡Ay, señor! ¡Ay, su grandeza! 19 En sepultura de asno será enterrado,
arrastrándole y echándole fuera de las puertas de Jerusalén.
20 Sube al Líbano
y clama, y en Basán da tu voz, y grita hacia todas partes; porque todos tus
enamorados son destruidos.
21 Te he hablado en tus prosperidades, mas dijiste:
No oiré. Este fue tu camino desde tu juventud, que nunca oíste mi voz.
22 A
todos tus pastores pastoreará el viento, y tus enamorados irán en cautiverio;
entonces te avergonzarás y te confundirás a causa de toda tu maldad.
23
Habitaste en el Líbano, hiciste tu nido en los cedros. ¡Cómo gemirás cuando te
vinieren dolores, dolor como de mujer que está de parto!
24 Vivo yo, dice Jehová, que si Conías hijo
de Joacim rey de Judá fuera anillo en mi mano derecha, aun de allí te
arrancaría.
25 Te entregaré en mano de los que buscan tu vida, y en mano de
aquellos cuya vista temes; sí, en mano de Nabucodonosor rey de Babilonia, y en
mano de los caldeos.
26 Te haré llevar cautivo a ti y a tu madre que te dio a
luz, a tierra ajena en que no nacisteis; y allá moriréis.
27 Y a la tierra a la cual ellos con toda el alma anhelan volver, allá no volverán.
27 Y a la tierra a la cual ellos con toda el alma anhelan volver, allá no volverán.
28 ¿Es este hombre Conías una vasija
despreciada y quebrada? ¿Es un trasto que nadie estima? ¿Por qué fueron
arrojados él y su generación, y echados a tierra que no habían conocido?
29
¡Tierra, tierra, tierra! oye palabra de Jehová.
30 Así ha dicho Jehová:
Escribid lo que sucederá a este hombre privado de descendencia, hombre a quien
nada próspero sucederá en todos los días de su vida; porque ninguno de su
descendencia logrará sentarse sobre el trono de David, ni reinar sobre Judá.
JEREMÍAS VEINTITRES
Regreso del remanente
1 ¡Ay de los pastores que destruyen y
dispersan las ovejas de mi rebaño! dice Jehová.
2 Por tanto, así ha dicho
Jehová Dios de Israel a los pastores que apacientan mi pueblo: Vosotros
dispersasteis mis ovejas, y las espantasteis, y no las habéis cuidado. He aquí
que yo castigo la maldad de vuestras obras, dice Jehová.
3 Y yo mismo recogeré
el remanente de mis ovejas de todas las tierras adonde las eché, y las haré
volver a sus moradas; y crecerán y se multiplicarán.
4 Y pondré sobre ellas
pastores que las apacienten; y no temerán más, ni se amedrentarán, ni serán
menoscabadas, dice Jehová.
5 He aquí que vienen días, dice Jehová, en
que levantaré a David renuevo justo, y reinará como Rey, el cual será dichoso,
y hará juicio y justicia en la tierra.
6 En sus días será salvo Judá, e Israel
habitará confiado; y este será su nombre con el cual le llamarán: Jehová,
justicia nuestra.
7 Por tanto, he aquí que vienen días, dice
Jehová, en que no dirán más: Vive Jehová que hizo subir a los hijos de Israel
de la tierra de Egipto,
8 sino: Vive Jehová que hizo subir y trajo la
descendencia de la casa de Israel de tierra del norte, y de todas las tierras
adonde yo los había echado; y habitarán en su tierra.
Denunciación de los falsos profetas
9 A causa de los profetas mi corazón está
quebrantado dentro de mí, todos mis huesos tiemblan; estoy como un ebrio, y
como hombre a quien dominó el vino, delante de Jehová, y delante de sus santas
palabras.
10 Porque la tierra está llena de adúlteros; a causa de la maldición
la tierra está desierta; los pastizales del desierto se secaron; la carrera de
ellos fue mala, y su valentía no es recta.
11 Porque tanto el profeta como el
sacerdote son impíos; aun en mi casa hallé su maldad, dice Jehová.
12 Por
tanto, su camino será como resbaladeros en oscuridad; serán empujados, y caerán
en él; porque yo traeré mal sobre ellos en el año de su castigo, dice Jehová.
13 En los profetas de Samaria he visto desatinos; profetizaban en nombre de
Baal, e hicieron errar a mi pueblo de Israel.
14 Y en los profetas de Jerusalén
he visto torpezas; cometían adulterios, y andaban en mentiras, y fortalecían
las manos de los malos, para que ninguno se convirtiese de su maldad; me fueron
todos ellos como Sodoma, y sus moradores como Gomorra.
15 Por tanto, así ha
dicho Jehová de los ejércitos contra aquellos profetas: He aquí que yo les hago
comer ajenjos, y les haré beber agua de hiel; porque de los profetas de
Jerusalén salió la hipocresía sobre toda la tierra.
16 Así ha dicho Jehová de los ejércitos: No
escuchéis las palabras de los profetas que os profetizan; os alimentan con
vanas esperanzas; hablan visión de su propio corazón, no de la boca de Jehová.
17 Dicen atrevidamente a los que me irritan: Jehová dijo: Paz tendréis; y a
cualquiera que anda tras la obstinación de su corazón, dicen: No vendrá mal
sobre vosotros.
18 Porque ¿quién estuvo en el secreto de
Jehová, y vio, y oyó su palabra? ¿Quién estuvo atento a su palabra, y la oyó?
19 He aquí que la tempestad de Jehová saldrá con furor; y la tempestad que está
preparada caerá sobre la cabeza de los malos.
20 No se apartará el furor de
Jehová hasta que lo haya hecho, y hasta que haya cumplido los pensamientos de
su corazón; en los postreros días lo entenderéis cumplidamente.
21 No envié yo aquellos profetas, pero
ellos corrían; yo no les hablé, mas ellos profetizaban.
22 Pero si ellos
hubieran estado en mi secreto, habrían hecho oír mis palabras a mi pueblo, y lo
habrían hecho volver de su mal camino, y de la maldad de sus obras.
23 ¿Soy yo Dios de cerca solamente, dice
Jehová, y no Dios desde muy lejos?
24 ¿Se ocultará alguno, dice Jehová, en
escondrijos que yo no lo vea? ¿No lleno yo, dice Jehová, el cielo y la tierra?
25 Yo he oído lo que aquellos profetas dijeron, profetizando mentira en mi
nombre, diciendo: Soñé, soñé.
26 ¿Hasta cuándo estará esto en el corazón de los
profetas que profetizan mentira, y que profetizan el engaño de su corazón?
27
¿No piensan cómo hacen que mi pueblo se olvide de mi nombre con sus sueños que
cada uno cuenta a su compañero, al modo que sus padres se olvidaron de mi
nombre por Baal?
28 El profeta que tuviere un sueño, cuente el sueño; y aquel a
quien fuere mi palabra, cuente mi palabra verdadera. ¿Qué tiene que ver la paja
con el trigo? dice Jehová.
29 ¿No es mi palabra como fuego, dice Jehová, y como
martillo que quebranta la piedra?
30 Por tanto, he aquí que yo estoy contra los
profetas, dice Jehová, que hurtan mis palabras cada uno de su más cercano.
31
Dice Jehová: He aquí que yo estoy contra los profetas que endulzan sus lenguas
y dicen: El ha dicho.
32 He aquí, dice
Jehová, yo estoy contra los que profetizan sueños mentirosos, y los cuentan, y
hacen errar a mi pueblo con sus mentiras y con sus lisonjas, y yo no los envié
ni les mandé; y ningún provecho hicieron a este pueblo, dice Jehová.
33 Y cuando te preguntare este pueblo, o el
profeta, o el sacerdote, diciendo: ¿Cuál es la profecía de Jehová? les dirás:
Esta es la profecía: Os dejaré, ha dicho Jehová.
34 Y al profeta, al sacerdote
o al pueblo que dijere: Profecía de Jehová, yo enviaré castigo sobre tal hombre
y sobre su casa.
35 Así diréis cada cual a su compañero, y cada cual a su
hermano: ¿Qué ha respondido Jehová, y qué habló Jehová?
36 Y nunca más os
vendrá a la memoria decir: Profecía de Jehová; porque la palabra de cada uno le
será por profecía; pues pervertisteis las palabras del Dios viviente, de Jehová
de los ejércitos, Dios nuestro.
37 Así dirás al profeta: ¿Qué te respondió
Jehová, y qué habló Jehová?
38 Mas si dijereis: Profecía de Jehová; por eso
Jehová dice así: Porque dijisteis esta palabra, Profecía de Jehová, habiendo yo
enviado a deciros: No digáis: Profecía de Jehová,
39 por tanto, he aquí que yo
os echaré en olvido, y arrancaré de mi presencia a vosotros y a la ciudad que
di a vosotros y a vuestros padres;
40 y pondré sobre vosotros afrenta perpetua,
y eterna confusión que nunca borrará el olvido
JEREMÍAS VEINTICUATRO
La señal de los higos buenos y malos
1 Después de haber transportado
Nabucodonosor rey de Babilonia a Jeconías hijo de Joacim, rey de Judá, a los
príncipes de Judá y los artesanos y herreros de Jerusalén, y haberlos llevado a
Babilonia, me mostró Jehová dos cestas de higos puestas delante del templo de
Jehová.
2 Una cesta tenía higos muy buenos, como brevas; y la otra cesta tenía
higos muy malos, que de malos no se podían comer.
3 Y me dijo Jehová: ¿Qué ves
tú, Jeremías? Y dije: Higos; higos buenos, muy buenos; y malos, muy malos, que
de malos no se pueden comer.
4 Y vino a mí palabra de Jehová, diciendo:
5 Así ha dicho Jehová Dios de Israel: Como a estos higos buenos, así miraré a
los transportados de Judá, a los cuales eché de este lugar a la tierra de los
caldeos, para bien.
6 Porque pondré mis ojos sobre ellos para bien, y los
volveré a esta tierra, y los edificaré, y no los destruiré; los plantaré y no
los arrancaré.
7 Y les daré corazón para que me conozcan que yo soy Jehová; y
me serán por pueblo, y yo les seré a ellos por Dios; porque se volverán a mí de
todo su corazón.
8 Y como los higos malos, que de malos no
se pueden comer, así ha dicho Jehová, pondré a Sedequías rey de Judá, a sus
príncipes y al resto de Jerusalén que quedó en esta tierra, y a los que moran
en la tierra de Egipto.
9 Y los daré por escarnio y por mal a todos los reinos
de la tierra; por infamia, por ejemplo, por refrán y por maldición a todos los
lugares adonde yo los arroje.
10 Y enviaré sobre ellos espada, hambre y
pestilencia, hasta que sean exterminados de la tierra que les di a ellos y a
sus padres.