Hola mis queridos amigos, hermanos y estudiantes del blog del estudiante que bueno volverlos a saludar por este medio y decirle que no se desanimen de leer la palabra de Dios, ella nos enseña, nos instruye y nos permite cada día conocer los propósitos de Dios para el ser humano.
Hoy llegamos al capitulo tres de Daniel, espero que hayas tomado tiempo en leer los anteriores y Dios haya hablado a tu vida por medio de la lectura de su palabra. Debo informarte que en la biografía de facebook te dejo un estudio del capitulo dos de Daniel. Adelante no te desanimes de estudiar la palabra del Señor... hoy te invito a leer este capitulo que nos enseña de la vida de tres hombres de Dios que prefirieron morir antes que servir a un dios pagano.
Pastor Luis Chamorro Rodelo.
Hoy llegamos al capitulo tres de Daniel, espero que hayas tomado tiempo en leer los anteriores y Dios haya hablado a tu vida por medio de la lectura de su palabra. Debo informarte que en la biografía de facebook te dejo un estudio del capitulo dos de Daniel. Adelante no te desanimes de estudiar la palabra del Señor... hoy te invito a leer este capitulo que nos enseña de la vida de tres hombres de Dios que prefirieron morir antes que servir a un dios pagano.
Pastor Luis Chamorro Rodelo.
DANIEL TRES
Rescatados del horno de fuego
1 El rey Nabucodonosor hizo una estatua de
oro cuya altura era de sesenta codos, y su anchura de seis codos; la levantó en
el campo de Dura, en la provincia de Babilonia.
2 Y envió el rey Nabucodonosor
a que se reuniesen los sátrapas, los magistrados y capitanes, oidores,
tesoreros, consejeros, jueces, y todos los gobernadores de las provincias, para
que viniesen a la dedicación de la estatua que el rey Nabucodonosor había
levantado.
3 Fueron, pues, reunidos los sátrapas, magistrados, capitanes,
oidores, tesoreros, consejeros, jueces, y todos los gobernadores de las
provincias, a la dedicación de la estatua que el rey Nabucodonosor había
levantado; y estaban en pie delante de la estatua que había levantado el rey
Nabucodonosor.
4 Y el pregonero anunciaba en alta voz: Mandase a vosotros, oh
pueblos, naciones y lenguas,
5 que al oír el son de la bocina, de la flauta,
del tamboril, del arpa, del salterio, de la zampoña y de todo instrumento de
música, os postréis y adoréis la estatua de oro que el rey Nabucodonosor ha
levantado;
6 y cualquiera que no se postre y adore, inmediatamente será echado
dentro de un horno de fuego ardiendo.
7 Por lo cual, al oír todos los pueblos
el son de la bocina, de la flauta, del tamboril, del arpa, del salterio, de la
zampoña y de todo instrumento de música, todos los pueblos, naciones y lenguas
se postraron y adoraron la estatua de oro que el rey Nabucodonosor había
levantado.
8 Por esto en aquel tiempo algunos varones
caldeos vinieron y acusaron maliciosamente a los judíos. 9 Hablaron y dijeron
al rey Nabucodonosor: Rey, para siempre vive.
10 Tú, oh rey, has dado una ley
que todo hombre, al oír el son de la bocina, de la flauta, del tamboril, del
arpa, del salterio, de la zampoña y de todo instrumento de música, se postre y
adore la estatua de oro;
11 y el que no se postre y adore, sea echado dentro de
un horno de fuego ardiendo.
12 Hay unos varones judíos, los cuales pusiste
sobre los negocios de la provincia de Babilonia: Sadrac, Mesac y Abed-nego;
estos varones, oh rey, no te han respetado; no adoran tus dioses, ni adoran la
estatua de oro que has levantado.
13 Entonces Nabucodonosor dijo con ira y
con enojo que trajesen a Sadrac, Mesac y Abed-nego. Al instante fueron traídos
estos varones delante del rey.
14 Habló Nabucodonosor y les dijo: ¿Es verdad,
Sadrac, Mesac y Abed-nego, que vosotros no honráis a mi dios, ni adoráis la
estatua de oro que he levantado?
15 Ahora, pues, ¿estáis dispuestos para que al
oír el son de la bocina, de la flauta, del tamboril, del arpa, del salterio, de
la zampoña y de todo instrumento de música, os postréis y adoréis la estatua
que he hecho? Porque si no la adorareis, en la misma hora seréis echados en
medio de un horno de fuego ardiendo; ¿y qué dios será aquel que os libre de mis
manos?
16 Sadrac, Mesac y Abed-nego respondieron
al rey Nabucodonosor, diciendo: No es necesario que te respondamos sobre este
asunto.
17 He aquí nuestro Dios a quien servimos puede librarnos del horno de
fuego ardiendo; y de tu mano, oh rey, nos librará.
18 Y si no, sepas, oh rey,
que no serviremos a tus dioses, ni tampoco adoraremos la estatua que has
levantado.
19 Entonces Nabucodonosor se llenó de ira, y se demudó el aspecto de
su rostro contra Sadrac, Mesac y Abed-nego, y ordenó que el horno se calentase
siete veces más de lo acostumbrado.
20 Y mandó a hombres muy vigorosos que
tenía en su ejército, que atasen a Sadrac, Mesac y Abed-nego, para echarlos en
el horno de fuego ardiendo.
21 Entonces estos varones fueron atados con sus
mantos, sus calzas, sus turbantes y sus vestidos, y fueron echados dentro del
horno de fuego ardiendo.
22 Y como la orden del rey era apremiante, y lo habían
calentado mucho, la llama del fuego mató a aquellos que habían alzado a Sadrac,
Mesac y Abed-nego.
23 Y estos tres varones, Sadrac, Mesac y Abed-nego, cayeron
atados dentro del horno de fuego ardiendo.
24 Entonces el rey Nabucodonosor se
espantó, y se levantó apresuradamente y dijo a los de su consejo: ¿No echaron a
tres varones atados dentro del fuego? Ellos respondieron al rey: Es verdad, oh
rey.
25 Y él dijo: He aquí yo veo cuatro varones sueltos, que se pasean en
medio del fuego sin sufrir ningún daño; y el aspecto del cuarto es semejante a
hijo de los dioses.
26 Entonces Nabucodonosor se acercó a la
puerta del horno de fuego ardiendo, y dijo: Sadrac, Mesac y Abed-nego, siervos
del Dios Altísimo, salid y venid. Entonces Sadrac, Mesac y Abed-nego salieron
de en medio del fuego.
27 Y se juntaron los sátrapas, los gobernadores, los
capitanes y los consejeros del rey, para mirar a estos varones, cómo el fuego
no había tenido poder alguno sobre sus cuerpos, ni aun el cabello de sus
cabezas se había quemado; sus ropas estaban intactas, y ni siquiera olor de
fuego tenían.
28 Entonces Nabucodonosor dijo: Bendito sea el Dios de ellos, de
Sadrac, Mesac y Abed-nego, que envió su ángel y libró a sus siervos que
confiaron en él, y que no cumplieron el edicto del rey, y entregaron sus
cuerpos antes que servir y adorar a otro dios que su Dios.
29 Por lo tanto,
decreto que todo pueblo, nación o lengua que dijere blasfemia contra el Dios de
Sadrac, Mesac y Abed-nego, sea descuartizado, y su casa convertida en muladar;
por cuanto no hay dios que pueda librar como éste.
30 Entonces el rey
engrandeció a Sadrac, Mesac y Abed-nego en la provincia de Babilonia.