...He aquí enviaré y tomaré a todas las tribus del norte, dice Jehová, y a Nabucodonosor rey de Babilonia, mi siervo, y los traeré contra esta tierra y contra sus moradores, y contra todas estas naciones en derredor; y los destruiré, y los pondré por escarnio y por burla y en desolación perpetua.
Y haré que desaparezca de entre ellos la voz de gozo y la voz de alegría, la voz de desposado y la voz de desposada, ruido de molino y luz de lámpara. Toda esta tierra será puesta en ruinas y en espanto; y servirán estas naciones al rey de Babilonia setenta años.
Y los sacerdotes, los profetas y todo el pueblo oyeron a Jeremías hablar estas palabras en la casa de Jehová.
8 Y cuando terminó de hablar Jeremías todo lo que Jehová le había mandado que hablase a todo el pueblo, los sacerdotes y los profetas y todo el pueblo le echaron mano, diciendo: De cierto morirás.
Y ahora yo he puesto todas estas tierras en mano de Nabucodonosor rey de Babilonia, mi siervo, y aun las bestias del campo le he dado para que le sirvan.
7 Y todas las naciones le servirán a él, a su hijo, y al hijo de su hijo, hasta que venga también el tiempo de su misma tierra, y la reduzcan a servidumbre muchas naciones y grandes reyes.
8 Y a la nación y al reino que no sirviere a Nabucodonosor rey de Babilonia, y que no pusiere su cuello debajo del yugo del rey de Babilonia, castigaré a tal nación con espada y con hambre y con pestilencia, dice Jehová, hasta que la acabe yo por su mano.
JEREMÍAS VEINTICINCO
Setenta años de desolación
1 Palabra que vino a Jeremías acerca de
todo el pueblo de Judá en el año cuarto de Joacim hijo de Josías, rey de Judá,
el cual era el año primero de Nabucodonosor rey de Babilonia;
2 la cual habló
el profeta Jeremías a todo el pueblo de Judá y a todos los moradores de
Jerusalén, diciendo:
3 Desde el año trece de Josías hijo de Amón, rey de Judá,
hasta este día, que son veintitrés años, ha venido a mí palabra de Jehová, y he
hablado desde temprano y sin cesar; pero no oísteis.
4 Y envió Jehová a
vosotros todos sus siervos los profetas, enviándoles desde temprano y sin
cesar; pero no oísteis, ni inclinasteis vuestro oído para escuchar
5 cuando
decían: Volveos ahora de vuestro mal camino y de la maldad de vuestras obras, y
moraréis en la tierra que os dio Jehová a vosotros y a vuestros padres para
siempre;
6 y no vayáis en pos de dioses ajenos, sirviéndoles y adorándoles, ni
me provoquéis a ira con la obra de vuestras manos; y no os haré mal.
7 Pero no
me habéis oído, dice Jehová, para provocarme a ira con la obra de vuestras
manos para mal vuestro.
8 Por tanto, así ha dicho Jehová de los
ejércitos: Por cuanto no habéis oído mis palabras,
9 he aquí enviaré y tomaré a
todas las tribus del norte, dice Jehová, y a Nabucodonosor rey de Babilonia, mi
siervo, y los traeré contra esta tierra y contra sus moradores, y contra todas
estas naciones en derredor; y los destruiré, y los pondré por escarnio y por
burla y en desolación perpetua.
10 Y haré que desaparezca de entre ellos la voz
de gozo y la voz de alegría, la voz de desposado y la voz de desposada, ruido
de molino y luz de lámpara.
11 Toda esta tierra será puesta en ruinas y en
espanto; y servirán estas naciones al rey de Babilonia setenta años.
12 Y
cuando sean cumplidos los setenta años, castigaré al rey de Babilonia y a
aquella nación por su maldad, ha dicho Jehová, y a la tierra de los caldeos; y
la convertiré en desiertos para siempre.
13 Y traeré sobre aquella tierra todas
mis palabras que he hablado contra ella, con todo lo que está escrito en este
libro, profetizado por Jeremías contra todas las naciones.
14 Porque también
ellas serán sojuzgadas por muchas naciones y grandes reyes; y yo les pagaré
conforme a sus hechos, y conforme a la obra de sus manos.
La copa de ira para las naciones
15 Porque así me dijo Jehová Dios de
Israel: Toma de mi mano la copa del vino de este furor, y da a beber de él a
todas las naciones a las cuales yo te envío.
16 Y beberán, y temblarán y
enloquecerán, a causa de la espada que yo envío entre ellas.
17 Y tomé la copa de la mano de Jehová, y
di de beber a todas las naciones, a las cuales me envió Jehová:
18 a Jerusalén,
a las ciudades de Judá y a sus reyes, y a sus príncipes, para ponerlos en
ruinas, en escarnio y en burla y en maldición, como hasta hoy;
19 a Faraón rey
de Egipto, a sus siervos, a sus príncipes y a todo su pueblo;
20 y a toda la
mezcla de naciones, a todos los reyes de tierra de Uz, y a todos los reyes de
la tierra de Filistea, a Ascalón, a Gaza, a Ecrón y al remanente de Asdod;
21 a
Edom, a Moab y a los hijos de Amón;
22 a todos los reyes de Tiro, a todos los
reyes de Sidón, a los reyes de las costas que están de ese lado del mar;
23 a
Dedán, a Tema y a Buz, y a todos los que se rapan las sienes; 24 a todos los
reyes de Arabia, a todos los reyes de pueblos mezclados que habitan en el
desierto;
25 a todos los reyes de Zimri, a todos los reyes de Elam, a todos los
reyes de Media;
26 a todos los reyes del norte, los de cerca y los de lejos,
los unos con los otros, y a todos los reinos del mundo que están sobre la faz
de la tierra; y el rey de Babilonia beberá después de ellos.
27 Les dirás, pues: Así ha dicho Jehová de
los ejércitos, Dios de Israel: Bebed, y embriagaos, y vomitad, y caed, y no os
levantéis, a causa de la espada que yo envío entre vosotros.
28 Y si no quieren
tomar la copa de tu mano para beber, les dirás tú: Así ha dicho Jehová de los
ejércitos: Tenéis que beber.
29 Porque he aquí que a la ciudad en la cual es
invocado mi nombre yo comienzo a hacer mal; ¿y vosotros seréis absueltos? No
seréis absueltos; porque espada traigo sobre todos los moradores de la tierra,
dice Jehová de los ejércitos.
30 Tú, pues, profetizarás contra ellos
todas estas palabras y les dirás: Jehová rugirá desde lo alto, y desde su
morada santa dará su voz; rugirá fuertemente contra su morada; canción de
lagareros cantará contra todos los moradores de la tierra.
31 Llegará el
estruendo hasta el fin de la tierra, porque Jehová tiene juicio contra las
naciones; él es el Juez de toda carne; entregará los impíos a espada, dice
Jehová.
32 Así ha dicho Jehová de los ejércitos: He
aquí que el mal irá de nación en nación, y grande tempestad se levantará de los
fines de la tierra.
33 Y yacerán los muertos de Jehová en aquel día desde un
extremo de la tierra hasta el otro; no se endecharán ni se recogerán ni serán
enterrados; como estiércol quedarán sobre la faz de la tierra.
34 Aullad,
pastores, y clamad; revolcaos en el polvo, mayorales del rebaño; porque
cumplidos son vuestros días para que seáis degollados y esparcidos, y caeréis
como vaso precioso.
35 Y se acabará la huida de los pastores, y el escape de
los mayorales del rebaño.
36 ¡Voz de la gritería de los pastores, y aullido de
los mayorales del rebaño! porque Jehová asoló sus pastos.
37 Y los pastos
delicados serán destruidos por el ardor de la ira de Jehová.
38 Dejó cual
leoncillo su guarida; pues asolada fue la tierra de ellos por la ira del
opresor, y por el furor de su saña.
JEREMÍAS VEINTISEIS
Jeremías es amenazado de muerte
1 En el principio del reinado de Joacim
hijo de Josías, rey de Judá, vino esta palabra de Jehová, diciendo:
2 Así ha
dicho Jehová: Ponte en el atrio de la casa de Jehová, y habla a todas las
ciudades de Judá, que vienen para adorar en la casa de Jehová, todas las
palabras que yo te mandé hablarles; no retengas palabra.
3 Quizá oigan, y se
vuelvan cada uno de su mal camino, y me arrepentiré yo del mal que pienso
hacerles por la maldad de sus obras.
4 Les dirás, pues: Así ha dicho Jehová: Si
no me oyereis para andar en mi ley, la cual puse ante vosotros,
5 para atender
a las palabras de mis siervos los profetas, que yo os envío desde temprano y
sin cesar, a los cuales no habéis oído,
6 yo pondré esta casa como Silo, y esta
ciudad la pondré por maldición a todas las naciones de la tierra.
7 Y los sacerdotes, los profetas y todo el
pueblo oyeron a Jeremías hablar estas palabras en la casa de Jehová.
8 Y cuando
terminó de hablar Jeremías todo lo que Jehová le había mandado que hablase a
todo el pueblo, los sacerdotes y los profetas y todo el pueblo le echaron mano,
diciendo: De cierto morirás.
9 ¿Por qué has profetizado en nombre de Jehová,
diciendo: Esta casa será como Silo, y esta ciudad será asolada hasta no quedar
morador? Y todo el pueblo se juntó contra Jeremías en la casa de Jehová.
10 Y los príncipes de Judá oyeron estas
cosas, y subieron de la casa del rey a la casa de Jehová, y se sentaron en la
entrada de la puerta nueva de la casa de Jehová.
11 Entonces hablaron los
sacerdotes y los profetas a los príncipes y a todo el pueblo, diciendo: En pena
de muerte ha incurrido este hombre; porque profetizó contra esta ciudad, como
vosotros habéis oído con vuestros oídos.
12 Y habló Jeremías a todos los
príncipes y a todo el pueblo, diciendo: Jehová me envió a profetizar contra esta
casa y contra esta ciudad, todas las palabras que habéis oído.
13 Mejorad ahora
vuestros caminos y vuestras obras, y oíd la voz de Jehová vuestro Dios, y se
arrepentirá Jehová del mal que ha hablado contra vosotros.
14 En lo que a mí
toca, he aquí estoy en vuestras manos; haced de mí como mejor y más recto os
parezca.
15 Mas sabed de cierto que si me matáis, sangre inocente echaréis
sobre vosotros, y sobre esta ciudad y sobre sus moradores; porque en verdad
Jehová me envió a vosotros para que dijese todas estas palabras en vuestros
oídos.
16 Y dijeron los príncipes y todo el pueblo
a los sacerdotes y profetas: No ha incurrido este hombre en pena de muerte,
porque en nombre de Jehová nuestro Dios nos ha hablado.
17 Entonces se
levantaron algunos de los ancianos de la tierra y hablaron a toda la reunión
del pueblo, diciendo:
18 Miqueas de Moreset profetizó en tiempo de Ezequías rey
de Judá, y habló a todo el pueblo de Judá, diciendo: Así ha dicho Jehová de los
ejércitos: Sion será arada como campo, y Jerusalén vendrá a ser montones de
ruinas, y el monte de la casa como cumbres de bosque.
19 ¿Acaso lo mataron
Ezequías rey de Judá y todo Judá? ¿No temió a Jehová, y oró en presencia de
Jehová, y Jehová se arrepintió del mal que había hablado contra ellos? ¿Haremos,
pues, nosotros tan gran mal contra nuestras almas?
20 Hubo también un hombre que profetizaba
en nombre de Jehová, Urías hijo de Semaías, de Quiriat-jearim, el cual
profetizó contra esta ciudad y contra esta tierra, conforme a todas las
palabras de Jeremías;
21 y oyeron sus palabras el rey Joacim y todos sus
grandes, y todos sus príncipes, y el rey procuró matarle; entendiendo lo cual
Urías, tuvo temor, y huyó a Egipto.
22 Y el rey Joacim envió hombres a Egipto,
a Elnatán hijo de Acbor y otros hombres con él, a Egipto;
23 los cuales sacaron
a Urías de Egipto y lo trajeron al rey Joacim, el cual lo mató a espada, y echó
su cuerpo en los sepulcros del vulgo.
24 Pero la mano de Ahicam hijo de Safán
estaba a favor de Jeremías, para que no lo entregasen en las manos del pueblo
para matarlo.
JEREMÍAS VEINTISIETE
La señal de los yugos
1 En el principio del reinado de Joacim
hijo de Josías, rey de Judá, vino esta palabra de Jehová a Jeremías, diciendo:
2 Jehová me ha dicho así: Hazte coyundas y yugos, y ponlos sobre tu cuello;
3 y
los enviarás al rey de Edom, y al rey de Moab, y al rey de los hijos de Amón, y
al rey de Tiro, y al rey de Sidón, por mano de los mensajeros que vienen a
Jerusalén a Sedequías rey de Judá.
4 Y les mandarás que digan a sus señores:
Así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: Así habéis de decir a
vuestros señores: 5 Yo hice la tierra, el hombre y las bestias que están sobre
la faz de la tierra, con mi gran poder y con mi brazo extendido, y la di a
quien yo quise.
6 Y ahora yo he puesto todas estas tierras en mano de
Nabucodonosor rey de Babilonia, mi siervo, y aun las bestias del campo le he
dado para que le sirvan.
7 Y todas las naciones le servirán a él, a su hijo, y
al hijo de su hijo, hasta que venga también el tiempo de su misma tierra, y la
reduzcan a servidumbre muchas naciones y grandes reyes.
8 Y a la nación y al reino que no sirviere
a Nabucodonosor rey de Babilonia, y que no pusiere su cuello debajo del yugo
del rey de Babilonia, castigaré a tal nación con espada y con hambre y con
pestilencia, dice Jehová, hasta que la acabe yo por su mano.
9 Y vosotros no
prestéis oído a vuestros profetas, ni a vuestros adivinos, ni a vuestros
soñadores, ni a vuestros agoreros, ni a vuestros encantadores, que os hablan
diciendo: No serviréis al rey de Babilonia.
10 Porque ellos os profetizan
mentira, para haceros alejar de vuestra tierra, y para que yo os arroje y
perezcáis.
11 Mas a la nación que sometiere su cuello al yugo del rey de
Babilonia y le sirviere, la dejaré en su tierra, dice Jehová, y la labrará y
morará en ella.
12 Hablé también a Sedequías rey de Judá
conforme a todas estas palabras, diciendo: Someted vuestros cuellos al yugo del
rey de Babilonia, y servidle a él y a su pueblo, y vivid.
13 ¿Por qué moriréis
tú y tu pueblo a espada, de hambre y de pestilencia, según ha dicho Jehová de
la nación que no sirviere al rey de Babilonia?
14 No oigáis las palabras de los
profetas que os hablan diciendo: No serviréis al rey de Babilonia; porque os
profetizan mentira.
15 Porque yo no los envié, dice Jehová, y ellos profetizan
falsamente en mi nombre, para que yo os arroje y perezcáis vosotros y los
profetas que os profetizan.
16 También a los sacerdotes y a todo este
pueblo hablé diciendo: Así ha dicho Jehová: No oigáis las palabras de vuestros
profetas que os profetizan diciendo: He aquí que los utensilios de la casa de
Jehová volverán de Babilonia ahora pronto; porque os profetizan mentira.
17 No
los oigáis; servid al rey de Babilonia y vivid; ¿por qué ha de ser desolada
esta ciudad?
18 Y si ellos son profetas, y si está con ellos la palabra de
Jehová, oren ahora a Jehová de los ejércitos para que los utensilios que han
quedado en la casa de Jehová y en la casa del rey de Judá y en Jerusalén, no
vayan a Babilonia.
19 Porque así ha dicho Jehová de los ejércitos acerca de
aquellas columnas, del estanque, de las basas y del resto de los utensilios que
quedan en esta ciudad,
20 que no quitó Nabucodonosor rey de Babilonia cuando
transportó de Jerusalén a Babilonia a Jeconías hijo de Joacim, rey de Judá, y a
todos los nobles de Judá y de Jerusalén;
21 así, pues, ha dicho Jehová de los
ejércitos, Dios de Israel, acerca de los utensilios que quedaron en la casa de
Jehová, y en la casa del rey de Judá, y en Jerusalén:
22 A Babilonia serán transportados,
y allí estarán hasta el día en que yo los visite, dice Jehová; y después los
traeré y los restauraré a este lugar.